Marazhai Aezyrraesh: el Credo de un Torturador
Los Drukhari se consideran de los xenos más crueles y maliciosos que amenazan el Imperium. Son una sociedad degenerada de la antigua raza xenos de los Aeldari, un pueblo oscuro de torturadores e incursores que azotan a los habitantes de la galaxia desde el reino sombrío y laberíntico de Commorragh. Egoístas, orgullosos, arrogantes y letales, los Drukhari son una cultura ególatra. Sus líderes gobiernan sobre ellos a base de crueldad e intimidación, pues solo el miedo a la muerte puede doblegar a un Drukhari. Sus súbditos viven divididos entre sus propias ambiciones, que los llevan a traicionar a sus propios hermanos, y el odio por sus enemigos comunes, que los empuja a formar frágiles alianzas y dudosos acuerdos. Las leyes de esta sociedad fracturada no son conocidas por nadie más que los propios Drukhari, y, a menudo, incluso ellos mismos se tornan víctimas de sus propios juegos y conspiraciones en el momento en que fallan su juicio o sus planes.
Marazhai Aezyrraesh, Dracón de la Kábala de la Tempestad Asoladora, es un digno hijo de Commorragh guiado por un insaciable anhelo por la violencia y el poder sobre los demás, los cuales logra a través de sutiles ingenios, negocios encubiertos y, para su mayor disfrute, el asesinato y tortura hasta la agonía de sus víctimas. Pero esto cambia cuando una incursión en el espacio real se tuerce, y Marazhai se percata de que, esta vez, él ha sido la presa y no el cazador. Es el momento de contraatacar en vez de esperar a que el enemigo tome ventaja. Pero las intrincadas conjuraciones y maquinaciones de Commorragh son muy distintas de las normas que rigen estas incursiones sangrientas y desenfrenadas, y el plan más sofisticado puede fallar si una de tus herramientas es un Comerciante Independiente subestimado al que le sobra la energía... o si uno de los depredadores alfa de Commorragh, con quien has firmado un siniestro pacto, decide no cumplir su parte del trato.
Despojado de todo cuanto le pertenecía, Marazhai recibe un último favor: morir para el disfrute de los suyos, calmando su apetito insaciable con su exquisito dolor. Pero este destino está lejos de agradar al orgulloso Kabalista de la Tempestad Asoladora, quien tiene una última oportunidad para evitarla: aliarse con quien antaño era su enemigo. Si esta accidentada unión logra prosperar, si el condenado logra salir de Commorragh, si este Drukhari, hijo de la Telaraña, sobrevive en el espacio real... entonces, es posible que aún exista esperanza para el Dracón caído; la esperanza de que, un día, reclamará las esquirlas de lo que en el pasado llegó a considerar suyo, o seguirá el camino de la más sangrienta venganza sin nada más que perder.
La cíclica rutina que se vive a bordo de una nave del vacío humana puede ser insufriblemente tediosa para una criatura de una procedencia tan diferente, y nadie puede superar en originalidad a la hora de idear las formas de entretenimiento más retorcidas que un Drukhari. Ya que nadie más que el Comerciante Independiente merece ningún tipo de atención en toda esta mesa, no es difícil que una consideración especial despierte dentro de Marazhai. Quien antes era una presa puede fácilmente convertirse en juguete... o, si así lo quieren las normas, los roles pueden invertirse drásticamente. Si un imprudente (o, quizá, confiado) Comerciante Independiente decide consentir la naturaleza depravada de Mazrahai, ha de saber que este es un experto en el arte de la perversión y la crueldad, y que es posible que esto deje una marca permanente en el alma de un «mon-keigh» que a ello se preste.
